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TRILOGIA PERFECTA

Publicada el 02/02/2018 por Carolina Freire

Los vinos de las viñas Andes Plateau, Clos de Luz y La Prometida tienen un punto en común: todos son hechos bajo la mano del enólogo Felipe Uribe, que busca exponentes que hablen de su lugar de origen, redondos, que expresen fruta, carácter y buen balance


El enólogo Felipe Uribe, con una vasta carrera enológica, y luego de trabajar en varias viñas donde destacó principalmente en la producción de los vinos de altura en viña William Fèvre y su particular Pinot Noir Little Quino de Malleco como parte de una tendencia que se alejaba de la madera y se acercaba más a las frutas frescas, hoy muestra una gran solidez en la elaboración de sus propios vinos, con una elegancia única, mucha frescura, gran carácter y potencial. Esto luego de que se independizara y lograra formar su propio proyecto junto a su mujer, la enóloga Maite Hojas, en el que expresan el sabor y aroma de las parras andinas.


Su primer vino independiente fue Andes Plateau 700 2013, mezcla de Carignan y Syrah de las alturas de Alcohuaz, en el valle de Elqui, y de Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc y Malbec de Pirque, en el valle del Maipo. Y aunque debo reconocer que su primera cosecha no me impresionó, hoy me encanta, ya que Felipe ha demostrado a través de sus vinos un gran crecimiento enológico, donde deja que sus tintos hablen por sí solos. Son vinos muy sabrosos, honestos, con mucha frescura, elegancia, jugosidad y por sobre todo gran balance. Su actual cosecha 2014, que tiene las mismas variedades que antes mencioné, tiene una guarda en fudres y barricas usadas por 18 meses, más un año en botella. Y su segundo vino, el Cota 500 2015, que también es una delicia, es un Cabernet Sauvignon (en su mayoría) con unos pocos porcentajes de Carignan y Syrah, que viene de las alturas también, donde las uvas maduran lentamente y reciben frescos vientos que ayudan a la sanidad del viñedo y a dar mayores acideces. Como resultado son vinos expresivos, frescos, con taninos elegantes y redondos.


CLOS DE LUZ, PURA POTENCIA EN EL VALLE DE ALMAHUE

El ingeniero comercial con estudios en vinos Gabriel Edwards, como una forma de salvaguardar unos antiguos viñedos familiares plantados en 1945 por su abuela, en Almahue, Cachapoal; creó Clos de Luz, una hermosa viña que convive con cactus y árboles nativos y que se ubica en el cerro Mancuman, a 30 minutos de San Vicente. Ahí, él tiene 33 hectáreas de distintas variedades, destacando la cepa Carmenère, con tremendo potencial en la zona. Eso sin desmerecer, claro, lo que también hace con las cepas Cabernet Sauvignon, Malbec, Cabernet Franc y Garnacha, que están plantadas a pie franco (sin injertar), lo que da un carácter distintivo a sus vinos, pues las plantas provienen de las propias selecciones masales de antiguos viñedos del valle. Estas, en su campo, son trabajadas de forma orgánica, y son regadas a través de una antigua azuda o rueda hidráulica con aguas que provienen del río Cachapoal. Así, de la mano de la asesoría de Felipe Uribe, Gabriel produce sus vinos de la forma más natural posible, con uvas cosechadas antes del promedio de la zona para lograr menor alcohol, más frescura y mayor acidez natural; con levaduras nativas, barricas usadas y vinificaciones poco extractivas. Su Garnacha Azuda 2016, que fermenta en lagares abiertos y es criado en barricas muy viejas, es un vino muy floral y frutal, con boca seductora y vivaz. La misma línea que sigue el Massal Malbec 2015, que tiene muchas notas a ciruelas, aromas mentolados, a poleo y gran cremosidad en boca, con un agradable dejo salino. Y su espectacular Massal 1945 Carmenère 2016, que viene de sus viñedos históricos. Tiene cerca de 13 meses en barricas usadas y entre sus aromas destacan las notas a paprika, pimientos asados, ají cacho cabra y pimienta blanca, sumado a su boca frutal, muy roja, fresca, con taninos redondos y sedosos. Un imperdible.

LA PROMETIDA, UN SOL NACIENTE EN EL MAULE

El productor Santiago Correa, quien por años se dedicó a la venta de uva granelera, hoy junto a su hermano José Tomás y sus socios Yang Yang y Cristóbal Barrios elaboran -bajo el nombre de viña La Prometida- algunos de los vinos que sobresalieron este 2017. Esto con la ayuda de Felipe, que también los asesora desde el año 2015, con vinos que provienen de parras de 20 años, con uvas con tremendo potencial de cerca de la zona de Guarilihue, en Cauquenes. Estos se producen de manera muy tradicional, con levadura nativa, sin filtrar y sin crianza en barricas, para que la fruta se exprese en todo su esplendor, como es el caso de su maravillosa Revoltosa Barbera 2016, que está plantada sobre un parrón español, sin intervención, ya que al ser una zona muy calurosa, así se proteja la fruta del sol. Este se vinifica con escobajos para dar más estructura y mayor expresión tánica al vino con un resultado inigualable. Un real jugo de frutas, rico en acidez, de gran equilibrio, con notas a frambuesas y cerezas, más una boca vivaz y jugosa. Otro de sus buenísimos vinos es un Merlot 2016 con mucha fruta negra, notas a hierbas y taninos firmes y elegantes. Y su Syrah 2016, elaborado de la misma manera que los otros vinos. Tiene notas a campo, manzanilla, cuero, con peso en boca, toque ahumado y acidez crujiente. Una gran revelación.



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