¿Saben cuáles son? Si aún no los conocen, aprendan con nosotros. Degustamos seis buenos vinos, hermanos de grandes exponentes, que interpretan de gran manera el estilo de su bodega.
Los segundos vinos son un concepto propio de la zona de Burdeos (Francia) para
referirse a una segunda etiqueta de una bodega. Algo así como el hermano
pequeño del vino principal o Grand Vin (de altos precios), que se produce a
partir de las mejores uvas de su terroir, de cosechas excepcionales y criados
con las mejores barricas, dependiendo del estilo de la viña. Por eso, muchas
veces la uva que no califica para ese primer vino, proveniente a menudo de
parras más jóvenes, van a ese segundo vino, el que también puede tener menos
tiempo de guarda y paso por barricas usadas en su proceso de vinificación. Un
vino que por supuesto tiene un precio más asequible pero que tiene toda la
interpretación y esencia de la bodega, lo que lo hace una excelente opción para
hacerse una idea de la filosofía de la casa. En Chile hay varios ejemplos de
esta tendencia con buenísimos exponentes más al alcance de todos.
VIÑEDOS DE ALCOHUAZ
GRUS 2015 ($22.300)
VALLE DEL ELQUI
Proviene del proyecto de la familia Flaño junto al enólogo
Marcelo Retamal, Juan Luis Huerta y su mujer Helia, quienes
están a cargo de este radical viñedo en las alturas, a cerca de 2.200 metros de
altura. Sus vinos se producen con poca tecnología, con levadura nativa y
fermentados en lagares. Su vino Rhu, el top de línea -un exponente que esperan
que algún día se convierta en un gran clásico o algo así como un Grand Cru- es
una mezcla de Syrah, Garnacha y Petite Sirah, criado tres años en fudres de
madera y el resto en botella. Un vino mineral, goloso, lleno de frutas negras,
hierbas y especias. Tiene estructura, es intenso, complejo y firme. En tanto
que Grus, su segundo vino, es mezcla de Syrah, Garnacha, Malbec y Petite Sirah,
guardado en huevos de cemento por un año. Un vino que está listo para beber
ahora. Fresco, vivaz, de gran jugosidad, con aromas a frutas rojas frescas y a
tierra húmeda. Tiene acidez vibrante y taninos sabrosos.
AQUITANIA
AQUITANIA CHARDONNAY 2016 ($10.490)
VALLE DE MALLECO
El Chardonnay
Sol de Sol de viña Aquitania, del valle de Malleco, en Traiguén, elaborado por
el enólogo Felipe de Solminia es uno de los mejores Chardonnay del país. Un
reconocido vino de fama mundial, con una frescura inigualable, de buena
estructura, taninos presentes, especias, mineralidad, elegancia y mucha
jugosidad. Si no tiene la posibilidad de comprarlo, pruebe su segundo
Chardonnay, llamado Aquitania, que va en la misma línea. Un vino con muchas
notas a frutas blancas cítricas, con carácter, buen volumen en boca, acidez
eléctrica y agradable sedosidad.
ALMAVIVA
EPU 2015 ($35.500)
VALLE DEL MAIPO
El prestigioso y premiado vino Almaviva nace del joint
venture entre Chateau Mouton y viña Concha y Toro, con uvas de viejas parras
del Alto Maipo, un sector privilegiado donde también se producen otros
importantes vinos con base de Cabernet Sauvignon. Este es mezcla de Cabernet
con Carmenère, Cabenet Franc y Petit Verdot. Un vino para guardar por muchos
años. Es grande, elegante, goloso, profundo, complejo, con taninos maduros y
redondos. Y su segundo vino, Epu, proviene del mismo sector, pero de una
selección de barricas y tanques distintos que no van en la mezcla final de
Almaviva. De igual manera es un vino muy representativo de la bodega, negro en
aromas, con notas herbales, textura cremosa, con taninos firmes y menos
complejidad que su hermano mayor.
VIK
LA PIU BELLE 2011 ($58.300)
VALLE DE CACHAPOAL
Si Vik tiene un hotel extraordinario, la
bodega no podía ser menos. Esta nace bajo un concepto de sustentabilidad que se
mimetiza con el entorno. Ahí por cubas de acero inoxidable y barricas
francesas, pasan los distintos vinos con los que cuentan. Su ícono llamado Vik,
un vino (con 23 meses de barrica francesa) estructurado, complejo, negro en
aromas, compuesto por las variedades Cabernet Sauvignon en su mayoría, más
Carmenère, Cabernet Franc, Merlot y Syrah. Su vino hermano menor llamado Milla
Cala, producido con la uva que no califica para Vik, es elaborado también con
Cabernet Sauvignon, Carmenère, Syrah, Cabernet Franc y Merlot en distintos
porcentajes (con 16 meses de barrica francesa), que dan como resultado un tinto
más maduro y floral, con notas a tabaco y a árboles nativos. Y en un segmento
intermedio está Piú Belle, un vino producido con las barricas de vinos que no
evolucionaron como querían para Vik pero que tiene una frescura desigual. Tiene
Cabernet Sauvignon, Carmenère, Cabernet Franc, Merlot y Syrah. Acá encontramos
notas más herbales, fruta roja y negra fresca, mucha personalidad y jugosidad,
con taninos aterciopelados. En resumen, un vino ideal para entender la experiencia
Vik.
CLOS APALTA
LE PETIT CLOS 2014 ($39.900)
VALLE DE APALTA
Clos Apalta, uno de los primeros íconos de Chile, es otro
vino distinguido en varias ocasiones por prestigiosas revistas y críticos
especializados. Desde el año pasado funciona como bodega independiente de viña
Lapostolle, sumando un segundo vino, en este caso su Le Petit Clos, un
ensamblaje frutal, más abordable y jugoso, compuesto por Cabernet Sauvignon,
Carmenère, Merlot y Petit Verdot, con guarda en barricas nuevas y usadas; a
diferencia de Clos Apalta, que es un vino más corpulento, maduro, elegante, con
taninos sedosos, mezcla de Carmenère (en su mayoría), Cabernet Sauvignon y
Merlot. Ambos provenientes de uvas orgánicas y este último con más tiempo de
crianza en barricas nuevas (28 meses).
AZUR
GEMMA BRUT ($10.990)
VALLE DE LIMARI
Bajo la marca de Azur nace Gemma, un buenísimo espumante, de
gran relación precio calidad, elaborado por la familia Guillisasti en el valle
de Limarí. Azur es su vino ícono, unas elegantes burbujas de gran mineralidad y
cremosidad, que tienen 36 meses de maduración en botella. En tanto que Gemma,
su segundo espumante proviene de las mismas uvas que no calificaron para Azur,
con un 70% de Chardonnay y un 30% de Pinot Noir, que provienen de suelos
arcillosos con buena dotación de carbonato de calcio. Se produce bajo el mismo
método tradicional pero acá una maduración de al menos 24 meses sobre sus
levaduras, dando como resultado un excelente espumoso con aromas salinos, a
manzana y pera verde, cáscara de limón y flores blancas. Es fresco, redondo,
con agradables y cremosas burbujas, acidez vivaz, más un final mineral y
elegante.
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