El masala, esa mezcla de especias fundamentales de la cocina india, es, según nuestro cronista, la base de un sabor que logra cada día más adeptos.
Convertir las lentejas en un plato capaz de romperle la cabeza a cualquiera, es
sólo uno de los atributos de la cocina india, una que traspasó fronteras y cada
día tiene más adeptos ya que más allá de la moda y de los beneficios del buen
comer, la cocina india (no hindú –lo hindú es una religión-) atrae a cientos de
comensales. Con una corta –pero fructífera- historia en Santiago, que comenzó
con el novedoso (en sus años) Majestic en la calle Santo Domingo, decenas de
locales han abierto sus puertas para ofrecer lo más significativo de una cocina
que conquistó al mundo gracias a sus masalas (curries) y tandoori.
Como consecuencia del libre mercado,
muchos indios llegaron en la década de los 90 a Iquique con el fin de
aprovechar los beneficios de la Zona Franca. Algunos –con el tiempo- se
trasladaron a Santiago a hacer negocios, ya que la infraestructura de Iquique
no era apta para emprender otro tipo de actividad que no fuera el comercio. En
aquellos años la cocina india se conocía sólo por referencia y sólo algunos
viajeros mundanos la había degustado en alguna parte del mundo. Ese origen
tiene el Risthedar, un pequeño local de Providencia cuyo propietario instaló
una sucursal en Vitacura, más grande pero a la vez más compleja en su
operación, prefiriendo personalmente –por ambiente y perfil- su locación
original.
Hay que ser prácticos en la materia ya
que tratar de aprenderse los nombres que tienen los platos indios es una larga
tarea. Está bien saber de los “naan” o de las samosas, pero obligarse a conocer la carta en su idioma es sencillamente una
tarea de largo aliento. Lo segundo es saber que en India la mayoría de su
población es vegetariana, por lo tanto esta especialidad es una de las mejores
opciones para deleitarse con platos sin carne (léase cordero y pollo).
En el Rishtedar lo saben y por ello
tienen un servicio que explica todo en español. Vik Ram Thadani es el
propietario y lo acompañan en esta aventura dos cocineros que poco o nada saben
de español. Se especializan en la cocina de la costa de la india y los
resultados son bastante buenos para los amantes de los picantes masalas. Claro
está que en este sur del mundo, lo ofrecen en una escala del uno al cuatro.
¡Menos mal!, ya que aguantar el picor de sus preparaciones es toda una proeza.
Como no quería ahogarme con los
picores, partí por lo básico. Ricas Samosas (empanaditas con comino rellenas de
papas y verduras y acompañadas de una salsa de cilantro y menta, $3.800 las
cuatro unidades) de rico sabor y consistencia. A su lado, siete champiñones con
salsa blanca y castañas de cajú y cardamomo ($4.600). Entre lassi (la bebida
tradicional india preparada con yogurt) o vino chileno, opté por la segunda
opción, un Tierra Noble Sauvignon Blanc de todo mi gusto.
Gigantes los naan, ese pan indio que
ayuda a empujar: dos diferentes en la mesa: de ajo y de cilantro, grandes
muestras de la gastronomía del Rishtedar. De fondo, y para placer, tres
preparaciones entregadas el lindas ollitas enchapadas en cobre: pollo,
camarones y lentejas rojas. Estas últimas ($4.900), con especias indias y crema
al curry, son un poema que incitan regresar sólo a comer sus distintas
variedades. El pollo ($6.300) macerado en salsas indias y los camarones ($6.900)
con salsas indias y coco, fueron acompañados de un buen y graneado arroz
basmati ($2.800).
Plátano frito con helados artesanales
de almendra y pistachos ($4.000), además de unas maravillosas bolitas de almidón
de leche maceradas en agua de rosas ($3.600) para un dulce y agradable final.
El lugar es cómodo y relativamente
económico. Lo adornan figuras de la india y si bien no tiene la majestuosidad
de otros restaurantes que ofrecen esta especialidad en Santiago, con el tiempo
ha acumulado un público fiel que lo sigue. Una calle tranquila a pasos de
Providencia le ayuda a mantener su ambiente y sus platos son sabrosos y
suculentos, ideales para un almuerzo o una cena diferente.
Rishtedar
Dirección: Av. Holanda 160, Providencia,
Teléfono 22231 3257
(*) Juan Antonio Eymin es
cronista gastronómico y fundador de Lobby, la primera revista destinada
al sector hotelero y gastronómico de Chile. En la actualidad sus comentarios
pueden ser leídos en varias publicaciones. Su independencia le da la libertad
necesaria para aconsejar a sus lectores, por eso donde va gusta destacar lo
bueno y lo malo.